El ciclo vital de las
aves está estrechamente relacionado con las estaciones. En las zonas árticas y
templadas de los dos hemisferios, norte y sur, existen cuatro estaciones
anuales: primavera, verano, otoño e invierno. Pero en muchas regiones
tropicales y subtropicales, sólo existen dos: la lluviosa y la seca (o,
incluso, dos de cada por año). La llegada de las lluvias afecta a las aves de
diversas formas. Aparece la vegetación nueva que algunos utilizan para
construir sus nidos y se incrementan las poblaciones de insectos. Se forman
lagos temporales y charcas que rebosan de plantas y animales que les sirven de
alimento. Sin embargo, para algunas especies, la estación seca es más favorable
para anidar y alimentar a sus crías. Algunas aves acuáticas tropicales
construyen sus nidos en las islas arenosas que sólo emergen cuando desciende el
nivel del agua de los grandes ríos, como el Amazonas.
Suelen ser pocas aves las que permanecen con la misma pareja
a lo largo del año y de un año al siguiente. Incluso, aunque una pareja pueda
unirse varios años, la relación entre los miembros o la unión de pareja debe
renovarse o reforzarse al comienzo de cada época de reproducción. Esto se lleva
a cabo con exhibiciones visuales, auditivas o de ambos tipos. Algunas
exhibiciones visuales de cortejo son complicadas y, como ocurre en las garzas,
se utilizan plumas especializadas. En otras especies, como los patos, la unión
de pareja se establece siguiendo una serie de movimientos muy estereotipada. Si
uno de los dos miembros no responde con la demostración correcta, la secuencia
se rompe. Entre las exhibiciones auditivas está el ‘canto a dúo’ que llevan a
cabo las especies de varias familias de aves, como la familia Pícidos y la
familia a la que pertenecen los chochines, entre las que se encuentra el pájaro
carpintero. Las llamadas de machos y hembras se alternan en una sucesión tan
exacta, que podría parecer que la fuente del sonido es una única ave. En
algunas especies no existe una verdadera relación de pareja. Los machos se
exhiben entre ellos compitiendo por el derecho a emparejarse con tantas hembras
como sea posible. Esta reunión de machos se produce en las aves del paraíso, en
los pavos reales salvajes, en algunos correlimos, en algunos lagópodos y en una
familia de pájaros tropicales de pequeño tamaño llamados manaquines.
Las aves ponen sus huevos en sitios tan variados como el
suelo desnudo o nidos muy elaborados. Los de los pájaros tejedores de África y
Asia se consideran entre los objetos más intrincados que se conocen en el reino
Animal. Los nidos se construyen con una gran variedad de materiales fáciles de
conseguir: hierba, ramitas, cortezas, líquenes, fibras vegetales, hojas, pelos
de mamíferos, telas de arañas, lodo, algas marinas, conchas marinas, guijarros
e, incluso, saliva de los propios pájaros. También pueden usar objetos como
trocitos de papel, plástico y cuerdas. Muchas aves despluman la parte de su
abdomen que se alinea con el nido, de modo que el trozo de piel expuesta
(llamada parche de la nidada) ayuda a calentar los huevos. El número de huevos
por nido varía según las especies, entre uno y una docena o más. En la mayoría
de las especies los progenitores se turnan para incubar los huevos o lo hace
sólo la hembra. Sin embargo, en algunas especies los papeles que desempeñan los
dos sexos se invierten y tanto la incubación de los huevos como la alimentación
de las crías corre a cargo de los machos. En estas aves, también al contrario
de lo normal, la hembra suele ser más grande y su plumaje tiene unos colores
más intensos que el del macho.
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